El Orfeón homenajeará a Juan Gorostidi, que fue director del coro entre 1932 y 1968, al cumplirse este año el cincuentenario de su fallecimiento. Para ello ha organizado dos actos este mes: El 14 de agosto, fecha de su muerte, el Orfeón realizará una ofrenda floral a las 12:00 horas en la plaza Gorostidi de Intxaurrondo con participación del coro. Ese mismo día, el Orfeón dedicará la Salve de Santa María a su memoria. El día 28, a las 18:00 horas, tendrá lugar una mesa redonda en la sede del Orfeón con la participación de José Luis (Txolis) Gorostidi, quien ofrecerá su visión desde el punto de vista familiar;  Jon Bagüés que hablará de las facetas de director, profesor y compositor; Iñaki Erauskin y Txaro Ormazabal, que aportarán su visión como cantores y alumnos suyos en el Conservatorio, y Arturo Reverter que se encargará de exponer la actividad internacional del Orfeón Donostiarra en la época de Gorostidi.          

Etapa Gorostidi

 La vinculación de Gorostidi con el Orfeón se inició mucho antes de que llegara a la dirección, ya que con 10 años fue niño tiple solista, posteriormente tenor segundo, tenor solista, archivero, subdirector y ya en 1932, director. Además, desarrolló otras muchas tareas,   como la de conferenciante, impulsor de veladas y cursos culturales, cronista bajo los seudónimos de Juan de Andía, Calderón y Lindoro, relaciones públicas y alma mater de la institución. 

Gorostidi entabló relación artística con grandes directores como Argenta, Frühbeck de Burgos, Halffter, Stokowsky, Markewich o Münnch que abrieron nuevos horizontes al coro. Se sucedieron las actuaciones en escenarios europeos: Lucerna, Edimburgo, París, Roma, Bruselas, Perugia, Niza, Lisboa, Coimbra, y Oporto, entre otros.

Amplió el repertorio con incorporación de zarzuelas. Durante la posguerra recurrió a la promoción de las Semanas Líricas en las que montó una veintena de títulos de zarzuelas y en ocasiones ofrecía hasta tres en un mismo día. Las más representadas fueron Doña Francisquita de Vives, Jugar con fuego de Barbieri, La tempestad de Chapí, La capa del diablo de Ramón Usandizaga y Katiuska de Sorozábal. Antes de la guerra, para el montaje de estas zarzuelas se contó con una empresa de Bilbao y con otra de Barcelona, que se encargaban de los decorados, la sastrería, peluquería y zapatería, pero después de la guerra se recurrió a la voluntad y el trabajo desinteresados de los orfeonistas. El peso de la parte orquestal recaía en la Orquesta del Conservatorio Municipal.

Como compositor, Gorostidi creó algunas partituras que estrenó el propio Orfeón: Atea, tan, tan (1930), Narotasun (1932) y Mendiko Abestiak (1934).

Durante su etapa se multiplicaron las grabaciones del coro hasta conseguir casi setenta títulos. Durante la posguerra se grabaron diferentes himnos, posteriormente fueron temas folklóricos y zarzuelas. Gorostidi firmó en exclusiva un contrato con la Columbia, ubicada en San Sebastián, lo que permitió realizar las grabaciones sin tener que desplazarse. Uno de los discos que destaca es La vida breve de Falla, con la ONE, Frühbeck de Burgos en la dirección y Victoria de los Ángeles entre los solitas. Se grabó en 1965 y se reeditó en 1990.  

Motor cultural

Quizá su faceta más desconocida fue la de organizador de veladas artísticas, que ya no eran solo musicales como en la etapa anterior de Esnaola, sino que incluía representaciones teatrales, principalmente comedias. Como recoge Carmen de las Cuevas en su libro “Armonías sin fronteras” editado por el Orfeón, “en los años previos a la guerra eran habituales los juguetes cómicos en euskera escritos por Toribio Alzaga: “Bost urtian”, “Mutil-zar”, “Neska-zar” y “Biozberak” y la adaptación de la obra de Marcelino Soroa “Ezer ez ta festa”. El cuadro de actores que llevaba a cabo estas representaciones pertenecía al Orfeón”.

Gorostidi aportó aún más al panorama cultural de la ciudad y diseñó los Cursos Culturales que tuvieron su primera edición en 1931. “Estos cursos tenían un carácter específicamente formativo e incluían en sus contenidos conferencias impartidas por personajes destacados del panorama cultural del momento”.  El propio Gorostidi intervino como conferenciante en repetidas ocasiones sobre temas musicales que “normalmente acompañaba con ilustraciones sonoras en directo, presentando programas muy atractivos y entretenidos, para el público asistente, en los que el tema principal era siempre el Orfeón y su historia”.

En la década de los cincuenta Gorostidi se hizo un asiduo de las ondas radiofónicas con programas especiales que se prolongaron hasta la siguiente década. “Adquirieron gran popularidad las famosas “Cecilianas”, programa que emitía Radio Nacional con una periodicidad quincenal. En ellas se daba cuenta de la actividad del Orfeón, así como de las novedades referentes al mundo musical. Iniciaba la emisión con música de Usandizaga, y en muchas ocasiones contaba con la colaboración de un grupo de orfeonistas que actuaba en directo ilustrando el desarrollo del programa”.